Sí, los científicos también lloran, aman, protagonizan escándalos … y se pelean a muerte.
¿Alguna vez has pensado que los grandes científicos eran personas frías, lógicas y desapasionadas, encerrados en laboratorios oscuros haciendo cálculos incomprensibles? Pues prepárate para cambiar de idea. Porque si creías que el drama era patrimonio exclusivo de las celebridades de Hollywood o los protagonistas de realities, te traemos una noticia bomba: la historia de la ciencia está salpicada de amoríos prohibidos, grandes escándalos, rencores eternos, genios torturados y hasta desapariciones sin resolver.
Imagínate una revista del corazón, pero llena de nombres que poco tienen que ver con la prensa rosa. Titulares como:
“Físico prodigio desaparece sin dejar rastro tras una carta misteriosa”
“Marie Curie y el escándalo amoroso que sacudió la Academia Francesa”
“Newton a Hooke: «Te odio tanto que borro tu cara de la historia»”
“Schrödinger, entre ecuaciones y triángulos amorosos”
Pues bien, bienvenidos a la prensa rosa científica, donde los descubrimientos conviven con las pasiones más humanas.
Ettore Majorana: el físico que desapareció sin dejar rastro
En 1938, un joven físico italiano llamado Ettore Majorana sube a un barco en Nápoles rumbo a Palermo. Lo último que se sabe de él es que compró un billete de regreso… pero nadie volvió a verlo jamás. No hay cuerpo, no hay testigos, no hay pistas concluyentes. Solo una carta críptica enviada a su familia y a su mentor, Enrico Fermi, en la que dejaba entrever un posible suicidio. Pero también dejaba una salida ambigua, como si quisiera que pensaran otra cosa.
Majorana no era un científico cualquiera. Su inteligencia era legendaria. Dirac, Fermi, Heisenberg… todos coincidían en que era un genio de proporciones casi míticas. Planteó conceptos que aún hoy fascinan a la física moderna, como las partículas que son su propia antipartícula. Y justo cuando estaba en su mejor momento, ¡pum!, se esfuma.
¿Fue un suicidio? ¿Se metió a un monasterio? ¿Huyó por motivos éticos relacionados con la energía nuclear? ¿Fue reclutado por algún servicio secreto? Las teorías van desde lo verosímil hasta lo absolutamente novelístico. Lo cierto es que, hasta el día de hoy, nadie ha podido resolver el enigma Majorana. ¡Incluso hubo rumores de que fue visto en Venezuela a finales de los 70!
Paul Ehrenfest: el genio que se quebró
Pocas historias científicas son tan devastadoras como la de Paul Ehrenfest. Fue uno de los físicos teóricos más influyentes del siglo XX. Participó en las grandes discusiones sobre la mecánica cuántica, fue íntimo de Einstein, y formó generaciones de científicos brillantes. Pero detrás de esa faceta, escondía un dolor que acabó por consumirlo y que protagonizó uno de los mayores escándalos de la historia de la ciencia.
Ehrenfest tenía un hijo con una discapacidad mental severa. En una época en la que la comprensión sobre la neurodiversidad era mínima (por no decir nula), el sufrimiento y la desesperación se convirtieron en una carga insoportable. En 1933, lo llevó a una clínica, le disparó… y luego se quitó la vida. Pero más estremecedor es que dejó una carta a sus amigos y colegas explicando su decisión con frialdad y tristeza, como si lo que había hecho fuera un acto de amor distorsionado y desesperado.
La comunidad científica quedó en shock. Einstein, Bohr y otros gigantes quedaron paralizados ante los acontecimientos. Nadie comprendía que un acto semejante pudiera haber sido obrado por su buen amigo. Un recordatorio brutal de que incluso las mentes más lúcidas pueden colapsar.
Marie Curie y Paul Langevin: amor radiactivo
Marie Curie no solo fue la primera persona en ganar dos premios Nobel en distintas disciplinas (¡y aún nadie la ha igualado!). También fue la protagonista de uno de los mayores escándalos amorosos de la ciencia del siglo XX.
Tras la muerte de su esposo Pierre Curie, Marie se volcó al trabajo… y a una relación con Paul Langevin, un colega físico, brillante también, pero casado. El romance estalló en medio de la prensa sensacionalista: fotos, cartas filtradas, ataques misóginos y xenófobos. Marie era extranjera, viuda, y científica. Demasiado para la sociedad francesa de la época.
La prensa la llamó “la destructora de hogares”, y un grupo de hombres enfurecidos llegó incluso a apedrear su casa. Todo esto mientras Marie estaba nominada por segunda vez al Nobel. Fue tan grotesco que Einstein, indignado, le escribió una carta de apoyo diciéndole: “No leas esa basura. Sigue caminando con la cabeza en alto”.
Marie lo hizo. Recibió su segundo Nobel con elegancia. Nunca negó su amor por Langevin, pero tampoco dejó que la redujeran a un personaje de tabloide. Supo brillar, incluso cuando intentaron apagarla.
Newton vs Hooke: ciencia, celos y venganza
Imagina a dos mentes brillantes compartiendo tiempo y espacio… y detestándose a muerte. Así fue la relación entre Isaac Newton y Robert Hooke. Hooke era un científico polifacético, pionero en óptica, biología y arquitectura. Pero Newton lo veía como un rival, un obstáculo… y quizás un ladrón de ideas.
Cuando Hooke murió, Newton se convirtió en presidente de la Royal Society. ¿Su primera medida simbólica? Se dice que hizo desaparecer el retrato de Hooke de la institución. Literalmente lo borró de la pared… y casi de la historia. De hecho, hasta hoy, no se conserva ningún retrato confirmado del científico. Algunos historiadores dudan del mito, pero lo cierto es que Newton aprovechó cada oportunidad para minimizar la obra de Hooke y engrandecer la suya.
La enemistad fue tan grande que hay teorías que afirman que la famosa frase de Newton “Si he visto más lejos es porque estoy sobre los hombros de gigantes” no era un homenaje, sino una ironía cruel dirigida a Hooke, quien era de baja estatura y jorobado. En otras palabras, uno de los mayores escándalos de la época.
Erwin Schrödinger y su diario cuántico del amor
Erwin Schrödinger no solo creó uno de los experimentos mentales más famosos de la historia (sí, el del gato vivo y muerto a la vez). También vivió una vida personal tan singular como sus ecuaciones.
Durante años compartió casa con su esposa y su amante, y mantenía un diario donde registraba con todo detalle sus experiencias eróticas y reflexiones amorosas. Pero no era solo un libertino con bata: veía en el deseo y el amor una fuente de inspiración intelectual. Para él, el placer y la creatividad estaban entrelazados.
Su vida sentimental era un vaivén de emociones y complicidades, que a muchos de sus compañeros desoncertaba. A veces su vida parecía más una novela bohemia que una carrera científica. Pero eso no le impidió ser uno de los padres de la mecánica cuántica.
Así que ya ves. Detrás de los premios, las fórmulas y los experimentos, hay personas, escándalos y sentimientos. Con pasiones, errores, luces y sombras. Personas reales. Como tú, como yo. Solo que, bueno… un poco más brillantes.